Siguen llegando comentarios, devoluciones, y en este caso, un texto a partir de las sensaciones de la obra.
Juan Gago nos escribió:
Cómo lograr la libertad entre cuatro paredes (de este cuerpo).
Empiezo escribiendo decididamente al azar. No tengo plan, lo único que tengo es una idea: la libertad se concibe siempre desde una prisión: si, todos son "cuadernos desde la cárcel". Cárceles fragmentadas, diversas, reales o tácitas. Pienso, muchas veces en forma de aforismo "el malestar de los hombres sobreviene a una condena, a cualquier condena". La de nuestros cuerpos, la del alma que algunos días pesa sobre el pecho, la de los recuerdos, la de los amores. Qué es la libertad sino el librarnos de esas condenas? No sufras, es sólo una ilusión diría buda. Pero sobre esas (estas) paredes también escribí versos, me acostumbre a ver las luces y las sombras, descubrí dibujos en sus imperfecciones. Sé que las extrañaría. "En algún lugar del universo hay otra persona (otras, infinitas, quizá la misma), en una celda idéntica, mirando los mismos dibujos de las sombras sobre las cosas". Es verdad, le escribo una carta, no me contesta, deduzco que esa persona no existe (me pregunto si no me habrán llegado tantas cartas que no conteste). La libertad se encuentra entre cuatro paredes, la de este cuerpo, las de este mundo. Espero no haber olvidado la idea del principio, la de las prisiones, la de las celdas; a veces pasa el rayo de luz por la ventana, a veces creo ver otras cárceles: dan ganas de contarles lo que yo escribo acá en las paredes, de como descubrí que a veces se parecen a mapas). A veces recuerdo (los invento), a veces rezo. Otras veces escribo estos cuadernos desde la cárcel y me pregunto (me contesto) cien veces cómo lograr la libertad entre cuatro paredes.