En estos días nos hablaron sobre la necesidad de hacer algo para que el público nos "siga más". En dos sentidos: por un lado, dentro de la propia obra, lograr que el texto sea un poco menos omnipresente, más penetrable. Por otro, apelar a otro tipo de recursos para convocar público. Después de hablarlo, pensarlo y volverlo a pensar, nos vemos en la obligación, para con nosotras mismas y para los que nos acompañan cada domingo en este proyecto, de compartir con todos ciertas certezas:
* la lluvia y otras cigüeñas, nació como propuesta minoritaría e intimista que ahonda en cuestiones bastante insostenibles en escena: el texto poético, la narración de algo ya pasado, la lentitud, el silencio, la pausa, la monocordia como clima sostenido que se rompe puntualmente para recuperarlo con mayor intensidad, la melancolía femenina como estado digno de explorar y contemplarse y, sí, también la solemnidad y la ritualidad. Todo eso debe hacerse presente sin molestar ni aburrir al público. Pero, con semejantes ingredientes, nuestra búsqueda no pasa por "entretener", aspiramos a que su presencia, cada visita, sea un pequeño viaje a un universo femenino tan concreto como simbólico. Quizá se despierte su curiosidad por lo ritual, por ese mundo extraño al que se alude y que deben imaginarse. Quizá se enganchen con los olores, las acciones, los objetos. Algunos disfrutarán del texto hecho relato para ellos. Otros se dormirán. Todo nos sirve. Ustedes nos visitan y nosotras exploramos los límites de nuestra propuesta. Ni nuestra paciencia ni la suya, por suerte, son idénticas.
* Pese a que Buenos Aires sea una ciudad bendecida con el consumo masivo de teatro, algo insólito en gran parte del planeta, por más que se nos olvide constantemente y todo sean quejas por exceso... No es posible que todas las obras alcancen ese lugar en el que "suenan", para bien o para mal. Hay muchas obras terribles que mueven masas, obras interesantes que pasan desapercibidas y auténticos castigos que vaya una a saber cómo encontraron sala. Se puede hacer muy bien el mal y muy mal el bien.
Hay elencos dispuestos a pagar un seguro se sala que excede su taquilla, los hay que pagan para que les hagan notas de prensa, y la práctica habitual de un tiempo a esta parte, es que se trabaje con un "hacedor de prensa". Todos esos recursos supuestamente, están encaminados a que las obras duren en cartel. Empecinadas en mantener cierta lógica con nuestros principios, no practicamos ninguna de esas opciones por considerarlas esencialmente absurdas. No tenemos ni la paciencia ni la plata necesaria para esos menesteres y creemos firmemente que si el boca a boca no abre las primeras puertas, no habrá dinamita que nos sirva. Nuestro trabajo está hecho del mejor de los modos posibles. Toda la parafernalia alrededor forma parte del mundo teatral, pero no es teatro. Y, por ahora, podemos permitirnos el lujo de que no nos importe.
M. Trigo.